Abordé el Metro y captó mi atención de inmediato. Estaba sentado y parecía asustado. Levantó su rostro para mirar al universo de desconocidos que nos sumábamos a la multitud. No prestó especial atención a ninguno. Su piel era una fina y delicada capa de cartón, se podía ver a través de ella. Exhibía cada vena, cada arteria. Jugaba con éstas últimas y al hacerlo miraba con atención, con la curiosidad de un niño que descubre el mundo. Usando su dedo índice empujaba los pronunciados conductos del vital líquido para después masajearlos con el pulgar. Las exploraba y recorría a lo largo de su antebrazo. Lo vi repetir esta acción una y otra vez.

Mientras lo miraba reflexionaba sobre su edad y lo que el tiempo había hecho con su piel, sobre las posibilidades de una vida. Lo hice durante los treinta minutos que duró mi trayecto, de alguna forma compartiendo parte de esa vida, al menos por ese instante. Próximo a mi destino, repartí el peso de la mochila en mis hombros preparándome para descender. Al acercarme a la puerta el anciano se fijó en mi. Sentí el estómago hacérse nudo cuando el viejo se incorporó despacio. Tuve el mismo miedo que me provocaba el arlequín sentado en la vieja silla de la abuela. En cuanto las puertas se abrieron apresuré el paso, no dejé de mirarlo mientras me alejaba. Escuché el aviso que advertía el cierre de la puerta doble y ésta se cerró en su nariz antes de que el anciano pudiera salir. Apoyó sus dos manos en el cristal y me miró a los ojos. Me sentí culpable y aliviado cuando el Metro se lo llevó lejos.

La caminata a casa fue bajo una tormenta que no tardó en convertirse en una moderada pero constante lluvia, en el camino ésta disminuyó en intensidad, para cuando llegué a casa era sólo una llovizna. Me quité la chamarra y me dirigí al estudio en busca de las artesanías que heredé de mi madre. De la pareja de viejitos de papel maché sólo permanecía la mujer, haciéndome responsable de su destino, reprochándome con la mirada el que ahora estuviera sola.




Comments (3)

Gabby dijo...

Es un gusto volver por este lugar a leerte. Te dejo muchos saludos y amenazo con volver, no es bueno abandonar por tanto tiempo los buenos hábitos :)

Gabe dijo...

La escena del anciano me ha hecho estremecerme de pena. Es un placer leerte.

Lilith Lalin dijo...

Muy bueno!!!!!! Me encantan este tipo de relatos.

Saludos

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