"Seguimos esperando al invitado aquí en Torreón", dice el comentarista al minuto 33 del primer tiempo. Santos 0, Monarcas 0.

Al minuto 37 Tomás Boy, director técnico de Monarcas, hace una rabieta al ver el desempeño de su equipo. El cronista saluda a los empleados del hotel donde se hospedan al minuto 39.

A 5 minutos de finalizar la primera mitad del encuentro algunos jugadores corren hacia el tiro de esquina. Al verlos correr así uno pensaría que lo peor que puede estar sucediendo es un conato de pleito. No lo es, los jugadores corren por su vida. Siguen de largo y abandonan la cancha por la rampa que lleva a los vestidores. Se escuchan detonaciones como si fueran fuegos artificiales.

Las cámaras muestran la cancha vacía, hace un paneo y se puede ver a los aficionados tirados en el piso. El comentarista se limita a describir lo que se puede ver en la toma y por casi dos minutos insiste en que se debe guardar la calma, lo repite como si fuera un mantra. Uno pensaría que se refiere a la afición pero ahora que lo escribo me doy cuenta que se lo decía a él mismo. Las detonaciones continúan durante casi dos minutos. El partido es suspendido

Poco después la gente sale corriendo en estampida, brincan la barrera e invaden la cancha. Se anticipa tragedia. No, no se anticipa, está ocurriendo.

La cancha está llena, los comentaristas pasan del miedo y el desconcierto a la indignación. Comentan que es la realidad de Torreón, que estos eventos ocurren diario. Nos llama "rehenes de la delincuencia".

El campo de juego está invadido, la banca se convierte en trinchera para los aficionados. Las imágenes muestran personas con crisis nerviosa, algunos boca abajo con el celular en la oreja, un hombre carga a un niño en brazos, me duele imaginar su sentir.

Es difícil saber cuanto tiempo ha pasado, quizá 5 o 10 minutos. La seguridad privada intenta poner orden, tranquilizar a personas con crisis pero se puede ver a algunos con pistola en mano, no veo como eso pudiera tranquilizar a alguien.

La televisora suspende la transmisión entre hombres con crisis de nervios, mujeres llorando, niños desconcertados. Mi país sangra.

Una hora después el dueño del equipo sale a la cancha acompañado por el guardameta Oswaldo Sánchez, capitán del cuadro local. Habla con la afición. Se disculpa con ellos, con el equipo rival, con el cuerpo arbitral. En televisión abierta se evita cualquier información en relación a lo ocurrido. Silencio en Televisa y TV Azteca. Me entero de lo que ocurre por ESPN, pongo el box en Cadena 3 y la transmisión comienza con lo sucedido en Torreón, le dedican varios minutos. Se vuelve Trending Topic mundial en Twitter.

En el foro de El Universal alguien de Torreón comenta que no se debe ser alarmista, que la balacera ocurrió a las afueras del estadio (al momento de publicar en mi blog esto no ha sido confirmado, pero circulan fotos de un palco del estadio con impactos de bala al interior). Yo encuentro alarmante que alguien de Torreón comente que no debemos preocuparnos porque ocurrió "afuera" del Estadio. ¿A qué nos están acostumbrado?













“Civilized men are more discourteous than savages because they know they can be impolite without having their skulls split, as a general thing.”

Robert E. Howard



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