Advertencia: Esta NO es una entrada sobre "Lost". Si usted está aquí buscando información sobre la maravillosa serie de televisión temo que saldrá decepcionado. La imagen de John Locke sólo pretende ser ilustrativa y, considerando que cualquier cicatriz tiene relación con la entrada, fue incluida por mi gusto hacia el personaje. Advertido está.
¿Todavía aquí? Gracias y empiezo.
El vapor empaña el espejo, con la palma de la mano trazo un arco que permite ver parte de mi rostro. Paso el peine cinco veces por el cabello húmedo antes de buscar detalles en la barba que recién recorté en la regadera. Me pongo los lentes y al pasar los dedos sobre la oreja para acomodar el cabello puedo sentirla, examino y veo el cartílago lastimado.
Hace diez años que llegué al departamento. Fue gracias a uno de mis primeros trabajos como profesionista. En ese trabajo tuve la oportunidad de aprender mucho tanto en lo profesional como en lo personal, me dejó grandes satisfacciones, enseñanzas mi independencia y...una cicatriz en mi oreja izquierda.
Nueve años atrás nos reunimos tres personas para discutir un tema laboral delicado, uno de ellos tenía algunas semanas intrigando, manejando un doble discurso para sembrar desconfianza entre el dueño de la empresa y yo. Era una empresa chica, si mal no recuerdo la constituían unas...cuatro personas. Supongo que el sujeto no consideró que nos reuniríamos para aclararlo, esa tarde en mi departamento la verdad saldría a la luz, pero no sin un costo.
Los detalles de la discusión no son importantes, al menos no para esta entrada, basta decir que mientras explicaba la situación al tercero, al saberse expuesto el puño de aquel sujeto impactó mi oreja sacudiendo mi cabeza de forma violenta. Nunca lo vi venir, no tuve oportunidad de defenderme, de meter las manos, ni siquiera de encoger un poco la cabeza y el hombro para absorber el impacto, fue un golpe a traición.
Golpeó con tal fuerza que afectó mi equilibrio, tratando de no caer trastabillé hasta alcanzar la pared, no entendí lo que sucedía, estaba desubicado. Al ver que se abalanzaba hacia mi para continuar la agresión sólo atiné a dar una patada al frente como quien intenta sacarse de encima a un perro rabioso. El tercero, jefe de los dos, lo contuvo y lo apartó, me llevé la mano a la oreja, se sentía caliente. El tiempo y todo lo supeditado a el transcurría distinto, era como estar debajo del agua. Recuerdo que intentó tranquilizar la situación pero mi primer acto consciente fue encarar al agresor y decirle que se largara de mi casa. Nuestro jefe intentó protestar pero el agresor, quizá arrepentido, comentó que estaba bien, que era mi casa y sin decir más se retiró.
Al examinar con mayor detenimiento descubrí el saldo: mi oreja partida desde la hélix hasta la fosa, parecía que hubiera sido rebanada por un cuchillo, al golpearme lo hizo utilizando un anillo que fue el que provocó el daño. La herida era escandalosa, la sangre escurría por mi cuello de forma abundante, tomó varias semanas que sanara y afortundamente las secuelas son meramente estéticas y no demasiado notorias. Al menos puedo decir que la situación se aclaró y que cada uno de los involucrados ocupó su lugar correspondiente, de los tres quedamos dos, la relación y confianza se fortaleció y continuamos con el proyecto laboral 3 años más.
Las cicatrices no son tan distintas de las arrugas. Son la huella de la experiencia, marca permanente de alguna vivencia, de un error o descuido, de un aprendizaje, de un triunfo o tropiezo, de algo que de una forma u otra me ha llevado a ser quien soy. Algunas son visibles, otras no, pero no por la parte del cuerpo en la que se encuentran, algunas permanecen en la psique del individuo por vivencias distintas a las que provocan daño físico, curiosamente son las que suelen dejar una huella más profunda.
La cicatriz es prueba fehaciente de recuperación con todo lo que esto conlleva. En principio seguimos aquí, sobrevivimos al evento que la provocó, pueden o no traer una enseñanza al individuo, eso dependerá de él o ella; lo cierto es que nos dan herramientas para dimensionar nuestros alcances, además pueden ser recordatorio de en quién (no) confiar como lo constata mi oreja.
¿Qué pude hacer para evitar la desagradable experiencia antes mencionada? Nada, fue un obstáculo más en el camino, otro de tantos que no me detuvo así como no lo hará ningún otro salvo ese único evento que marcará el final de mis días. Mientras eso sucede seguiré recolectando y atesorando cicatrices de las que llevo por fuera y guardando con recelo las que se llevan por dentro.
Un vistazo más en el espejo y salgo para encontrarme con ella.
¿Todavía aquí? Gracias y empiezo.
El vapor empaña el espejo, con la palma de la mano trazo un arco que permite ver parte de mi rostro. Paso el peine cinco veces por el cabello húmedo antes de buscar detalles en la barba que recién recorté en la regadera. Me pongo los lentes y al pasar los dedos sobre la oreja para acomodar el cabello puedo sentirla, examino y veo el cartílago lastimado.
Hace diez años que llegué al departamento. Fue gracias a uno de mis primeros trabajos como profesionista. En ese trabajo tuve la oportunidad de aprender mucho tanto en lo profesional como en lo personal, me dejó grandes satisfacciones, enseñanzas mi independencia y...una cicatriz en mi oreja izquierda.
Nueve años atrás nos reunimos tres personas para discutir un tema laboral delicado, uno de ellos tenía algunas semanas intrigando, manejando un doble discurso para sembrar desconfianza entre el dueño de la empresa y yo. Era una empresa chica, si mal no recuerdo la constituían unas...cuatro personas. Supongo que el sujeto no consideró que nos reuniríamos para aclararlo, esa tarde en mi departamento la verdad saldría a la luz, pero no sin un costo.
Los detalles de la discusión no son importantes, al menos no para esta entrada, basta decir que mientras explicaba la situación al tercero, al saberse expuesto el puño de aquel sujeto impactó mi oreja sacudiendo mi cabeza de forma violenta. Nunca lo vi venir, no tuve oportunidad de defenderme, de meter las manos, ni siquiera de encoger un poco la cabeza y el hombro para absorber el impacto, fue un golpe a traición.
Golpeó con tal fuerza que afectó mi equilibrio, tratando de no caer trastabillé hasta alcanzar la pared, no entendí lo que sucedía, estaba desubicado. Al ver que se abalanzaba hacia mi para continuar la agresión sólo atiné a dar una patada al frente como quien intenta sacarse de encima a un perro rabioso. El tercero, jefe de los dos, lo contuvo y lo apartó, me llevé la mano a la oreja, se sentía caliente. El tiempo y todo lo supeditado a el transcurría distinto, era como estar debajo del agua. Recuerdo que intentó tranquilizar la situación pero mi primer acto consciente fue encarar al agresor y decirle que se largara de mi casa. Nuestro jefe intentó protestar pero el agresor, quizá arrepentido, comentó que estaba bien, que era mi casa y sin decir más se retiró.
Al examinar con mayor detenimiento descubrí el saldo: mi oreja partida desde la hélix hasta la fosa, parecía que hubiera sido rebanada por un cuchillo, al golpearme lo hizo utilizando un anillo que fue el que provocó el daño. La herida era escandalosa, la sangre escurría por mi cuello de forma abundante, tomó varias semanas que sanara y afortundamente las secuelas son meramente estéticas y no demasiado notorias. Al menos puedo decir que la situación se aclaró y que cada uno de los involucrados ocupó su lugar correspondiente, de los tres quedamos dos, la relación y confianza se fortaleció y continuamos con el proyecto laboral 3 años más.
Las cicatrices no son tan distintas de las arrugas. Son la huella de la experiencia, marca permanente de alguna vivencia, de un error o descuido, de un aprendizaje, de un triunfo o tropiezo, de algo que de una forma u otra me ha llevado a ser quien soy. Algunas son visibles, otras no, pero no por la parte del cuerpo en la que se encuentran, algunas permanecen en la psique del individuo por vivencias distintas a las que provocan daño físico, curiosamente son las que suelen dejar una huella más profunda.
La cicatriz es prueba fehaciente de recuperación con todo lo que esto conlleva. En principio seguimos aquí, sobrevivimos al evento que la provocó, pueden o no traer una enseñanza al individuo, eso dependerá de él o ella; lo cierto es que nos dan herramientas para dimensionar nuestros alcances, además pueden ser recordatorio de en quién (no) confiar como lo constata mi oreja.
¿Qué pude hacer para evitar la desagradable experiencia antes mencionada? Nada, fue un obstáculo más en el camino, otro de tantos que no me detuvo así como no lo hará ningún otro salvo ese único evento que marcará el final de mis días. Mientras eso sucede seguiré recolectando y atesorando cicatrices de las que llevo por fuera y guardando con recelo las que se llevan por dentro.
Un vistazo más en el espejo y salgo para encontrarme con ella.
Comments (9)
EITALE MI HERMANO,¿Y HAS TENIDO OTRO ENCUENTRO CON ESE TIPO?
BUENA ANÉCDOTA Y ESTOY DE ACUERDO CONTIGO EN LA MOTIVACIÓN QUE TE DAN ALGUNAS SITUACIONES ADVERSAS.
MI PAPÁ DECÍA:
"LAS ARRUGAS Y LAS CICATRICES SON LA HUELLAS DEL CAMINO ANDADO"
CHIDO POR ESO Y AITAMOS.
@ENRUKO
wow... me encanto el tema, y como lo manejas =) =)excelente
cuando uno avanza, los perros ladran, y lo mejor, es que las huellas de cicatrizes, arrigas y de risa... te recuerdan de donde vienes, quien eres y hacia donde vas.... excelente
Huellas indelebles las cicatrices.
Catálogo de aventuras! quién no presume una en la rodilla, que ha pasado de la infancia a nuestros días, sin borrarse?
Un albúm de fotos tatuado en la piel.
Un abrazo, gran texto.
Buenos dias
Con permiso
Hombre, pero que historia. No se si fue el detalle tan descriptivo, pero me empezo a doler la oreja. Es demasiado visual lo que escribe. Casi lo vi como un cortometraje. Y me gusta el juego de la cicatriz y el volver a verla y como eso ocurre frente al espejo...
Las cicatrices...¿Son ecos del pasado en nuestra piel y a veces se les sube el volumen?
UN SALUDO
STAROSTA
(UN PRODUCTO DE SU IMAGINACION)
Profundo de verdad...con frases significativas: Las cicatrices no son tan distintas de las arrugas. Son la huella de la experiencia, marca permanente de alguna vivencia, de un error o descuido, de un aprendizaje, de un triunfo o tropiezo, de algo que de una forma u otra me ha llevado a ser quien soy...simplemente bello...
Felicidades José Francisco...sigue adelante con ese talento...
3NRIQ3 Sólo una vez pero fue de lejos e iba en automóvil. Después del incidente desapareció por completo de nuestro círculo de amigos y conocidos.
LILA Gracias por visitar y por el comentario. Que bueno que te haya gustado el texto :) Será un honor tenerte de vuelta por aquí.
La Otra Maja Complementas de forma excelente la entrada. Un abrazo.
STAROSTA Un honor tu visita y halagado por tu apreciación sobre la descripción del incidente.
anna.s Como siempre gracias por tus gentiles palabras.
A todos ustedes gracias, son parte importante de este espacio nuestro. Un abrazo con gran afecto.
En verdad tienes talento. Me encanto como cuentas esta parte de tu historia.
Un abrazo
me encantó la anécdota? relato? lo conjugas super!
tengo una que otra cicatriz y aunque son discretas me recuerdan momentos o experiencias buenas y malas, aunque no sea una cicatriz tengo muy presente mi lesión de tobillo, la llevo con nostalgia pues fue por una epoca y una actividad muy bonita, aunque duele siempre me provoca una sonrisa
me encantó, me dejo pensando muchas cosas :)
Amigo Mío,
Realmente no existen las coincidencias. Leo y vuelvo a leer, y cada cual ha expresado de diferente manera una misma realidad, que toma forma individual en cada experiencia.
“No existen dolores menores ni mayores, existen dolores propios; y lo que cada quien decida hacer con su sufrimiento individual lo hará víctima, villano o héroe. La decisión es totalmente personal, y así misma será la consecuencia.”
Muchas gracias por compartir algo tan personal.
Un abrazo