-¿Me marcas?- Dijo con sonrisa coqueta mientras escribía su número en la libreta.

La miró sin decir nada, por su mente mil ideas en torno a esas dos palabras. Ninguna sobre llamarla por teléfono.


Train - Hey, Soul Sister by hifimagazine




"Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos todo."





Manifiesto Zapatista en Náhuatl.


Al pueblo de México:

A los pueblos y gobiernos del mundo:

Hermanos:

No morirá la flor de la palabra. Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la tierra ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder.

Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos todo. Para nosotros el dolor y la angustia, para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros el futuro negado, para nosotros la dignidad insurrecta. Para nosotros nada.

Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos.

Nuestra lucha es por el hambre, y el mal gobierno regala plomo y papel a los estómagos de nuestros hijos.

Nuestra lucha es por un techo digno, y el mal gobierno destruye nuestra casa y nuestra historia.

Nuestra lucha es por el saber, y el mal gobierno reparte ignorancia y desprecio.

Nuestra lucha es por la tierra, y el mal gobierno ofrece cementerios.

Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno, y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergüenzas.

Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro.

Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos.

Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar, y el mal gobierno pone cárceles y tumbas.

Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos.

Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone olvido.

Nuestra lucha es por la Patria, y el mal gobierno sueña con la bandera y la lengua extranjeras.

Nuestra lucha es por la paz, y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción.

Techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independencia, democracia, libertad, justicia y paz. Estas fueron nuestras banderas en la madrugada de 1994. Estas fueron nuestras demandas en la larga noche de los 500 años. Estas son, hoy, nuestras exigencias.

Nuestra sangre y la palabra nuestra encendieron un fuego pequeñito en la montaña y lo caminamos rumbo a la casa del poder y del dinero. Hermanos y hermanas de otras razas y otras lenguas, de otro color y mismo corazón, protegieron nuestra luz y en ella bebieron sus respectivos fuegos.

Vino el poderoso a apagarnos con su fuerte soplido, pero nuestra luz se creció en otras luces. Sueña el rico con apagar la luz primera. Es inútil, hay ya muchas luces y todas son primeras.

Quiere el soberbio apagar una rebeldía que su ignorancia ubica en el amanecer de 1994. Pero la rebeldía que hoy tiene rostro moreno y lengua verdadera, no se nació ahora. Antes habló con otras lenguas y en otras tierras. muchas montañas y muchas historias ha caminado la rebeldía contra la injusticia. Ha hablado ya en lengua náhuatl, paipai, kiliwa, cúcapa, cochimi, kumiai, yuma, seri, chontal, chinanteco, pame, chichimeca, otomí, mazahua, matlazinca, ocuilteco, zapoteco, solteco, chatino, papabuco, mixteco, cuicateco, triqui, amuzgo, mazateco, chocho, izcateco, huave, tlapaneco, totonaca, tepehua, popoluca, mixe, zoque, huasteco, lacandón, maya, chol, tzeltal, tzotzil, tojolabal, mame, teco, ixil, aguacateco, motocintleco, chicomucelteco, kanjobal, jacalteco, quiché, cakchiquel, ketchi, pima, tepehuán, tarahumara, mayo, yaqui, cahíta, ópata, cora, huichol, purépecha y kikapú. Habló y habla la castilla.

La rebeldía no es cosa de lengua, es cosa de dignidad y de ser humanos.

Por trabajar nos matan, por vivir nos matan. No hay lugar para nosotros en el mundo del poder. Por luchar nos matarán, pero así nos haremos un mundo donde nos quepamos todos y todos nos vivamos sin muerte en la palabra.

Nos quieren quitar la tierra para que ya no tenga suelo nuestro paso. Nos quieren quitar la historia para que en el olvido se muera nuestra palabra. No nos quieren indios. Muertos nos quieren.

Para el poderoso nuestro silencio fue su deseo. Callando nos moríamos, sin palabra no existíamos. Luchamos para hablar contra el olvido, contra la muerte, por la memoria y por la vida. Luchamos por el miedo a morir la muerte del olvido.

Hablando en su corazón indio, la Patria sigue digna y con memoria.



Subcomandante Insurgente Marcos.

EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.




Estoy convencido de que un cambio de actitud puede mejorar todo. Con algo tan simple como una sonrisa mi día cambiará de manera radical así como el de las personas que me rodean. Es tan sencillo, no entiendo cómo es que sonreír no se vuelve una práctica común.

Ideas más, ideas menos, fue lo que pensé en la regadera la mañana de lunes. Pude sentir el cambio antes de salir de casa aún sin haber interactuado con nadie. Mi ritmo de sueño y de trabajo había hecho que el desayuno fuera un lujo que pocos días podía darme, ese día fue uno de ellos. Huevo son salchicha y jugo de manzana, incluso tuve tiempo de lavar los platos. Serví de comer a los gatos y percibí detalles en ellos que dentro de la rutina había pasado por alto. Por ejemplo la forma en que interactúan, su compañía en la rutina por la mañana, verlos pendientes de mis acciones mientras esperaban su comida y verlos jugar mientras terminaba de alistarme. Con un yogurt, una barra nutrimental, un libro y una libreta salí decidido a enfrentar el nuevo día con una mejor actitud ante la vida.

En el camino hacia el metrobús pasé frente a un pequeño local, un grupo de señoras tomaba café, supongo terminaban su desayuno. El dueño del local colocaba las mesas al exterior del local, me miró con gesto duro y sin detenerme le sonreí. Desvió la mirada y continué mi camino.

Cuadras más adelante pasé frente al sitio de taxis del parque de Tlacoquemécatl. Cuatro hombres platicaban mientras esperaban pasaje, todos fumaban. Les sonreí y asentí a manera de dar los buenos días, ninguno respondió. En lugar de eso suspendieron su conversación de forma abrupta, clavaron sus ojos en mí y dos de ellos dieron un par de pasos atrás obligándome a pasar entre el grupo. Como si se hubieran puesto previamente de acuerdo llevaron su cigarro a la boca al mismo tiempo, miré a cada uno sin quitar mi sonrisa y al pasar entre ellos miré al frente para evitar que lo tomaran como un reto y tuvieran el impulso de romperme la madre.

Le sonreí a toda persona que cruzó mi camino pero ninguno se percató, todos parecían llevar prisa. Algunos caminaban con la mirada al frente, otros la tenían fija en el suelo. Todos parecían estar demasiado ocupados en el trayecto cualquiera que fuera su destino.

Una cuadra antes de llegar al metrobús un ciego cruzó mi camino, quizá por el absurdo de sonreír a un ciego o quizá buscando que supiera que estaba ahí reí de manera involuntaria, nada escandaloso, pero mi risa no fue bien recibida. Volteó directo hacia mí posiblemente para hacerme saber que estaba al tanto y, quizá pensando que me burlaba de su condición, su semblante se tornó molesto. Me pareció curioso que me siguiera con la mirada aún después de pasar de largo.

Ingresé al metrobús. Por lo general procuro esperar el tiempo que sea necesario para abordar sin tener que aplastar a nadie pero después de 15 minutos decidí sacrificar mi comodidad a cambio de llegar a tiempo al trabajo.

Subí con mi permanente sonrisa, algunas personas me miraron raro pero eso no cambió mi semblante. Sentí una mirada penetrante y al voltear descubrí a una mujer aferrada a un tubo y con sus ojos muy abiertos y atentos a mí. Por supuesto le sonreí y ella, sin dejar de mirarme, se alejó en dirección al área exclusiva para mujeres. Torcí un poco la boca pensando en lo que pudo pasar por la mente de aquella mujer, seguramente que sería algún pervertido. No puedo culparla, de alguna forma tendría razón. Mis dudas se despejaron cuando descubrí a otras mujeres que acusaban y sentenciaban con la mirada a aquel pervertido del transporte público que osaba mirarlas con toda clase de pensamientos obscenos y sin poder disimular su perversa sonrisa. Temiendo que alertaran a la policía decidí voltear en dirección opuesta.

Aunque los varones no hicieron mayor problema tampoco recibieron muy bien mi sonrisa. Evitaban el contacto visual. Fueron 30 minutos en los que ninguno quitó la jeta. Estuve a punto de perder la sonrisa pero descubrir los bigotes de una mujer al frente mío me devolvió el buen ánimo.

Al llegar a mi lugar de trabajo las cosas mejoraron. Al saludar recibí muchas sonrisas de vuelta, pero fuera de los buenos días la sonrisa se convirtió en un elemento extraño a medida que avanzaba el día.

-¿Ahora tú que traes? - Comentó Ramírez.
-Nada, ¿por? - Contesté sin perder la sonrisa.
-Andas de cabrón ¿verdad? –Agregó-. ¿Ya te cogiste a la chaparrita?

Me pareció divertido su comentario. Negué con la cabeza riendo y reflexionando en la forma en que el humor de las personas es relacionado directamente con el sexo. Me vinieron a la mente frases que escuché con anterioridad como "necesita un acostón", "anoche le tocó" u "hoy toca" entre otras.

-Una apuesta a que voy al lugar de la chaparrita y trae la misma sonrisa. ¡Pinche Paquito! Esa si no me la sabía. - Agregó marchándose a la vez que estrellaba su palma en mi espalda sin darme oportunidad de responder.

La mañana pasó con normalidad. Poco antes de la hora de comida recibí una llamada de mi jefe, me requería en su oficina. Me presenté con la misma sonrisa que con el resto de las personas que habían cruzado mi camino ese día y debo haberlo perturbado pues me miraba extrañado y en lugar de “Hola” dijo “¿Qué?”. Comenté que no sucedía nada y pregunté qué requería. Me pidió afinar algunos puntos de un proyecto para el final del día pero por la premura con la que lo solicitaba le hice ver que los cambios no estarían listos. Respondió que mejor me diera prisa. Asentí con una sonrisa casi idéntica a la que tenía cuando entré. Sobra decir que me privé de comer pues de otra forma no terminaría el encargo. Transcurrió el día como tantos otros con la diferencia de los cambios de última hora que no eran pretexto para descuidar tareas y pendientes que arrastraba de antes.

Llegó la hora límite y me presenté con las modificaciones solicitadas. Abrí los archivos y comencé a explicar en que consistían los cambios más significativos. Pasaron algunos segundos cuando interrumpió mi ponencia para preguntar de qué me estaba riendo. Aclaré que no me estaba riendo de nada, que simplemente sonreía y preguntó por qué carajos lo hacía. Le dije que no tenía importancia, que no sucedía nada. Aflojó el nudo de la corbata, el cuello de la camisa y con voz agotada comentó que no nos estábamos entendiendo. Su reacción me pareció infantil. Sin saber cómo explicarme no pude contener una risa nerviosa ante tal absurdo pero sólo conseguí enfurecerlo más. Exasperado pidió que me retirara, agregó que revisaría el archivo, que cualquier duda me avisaría y que en otro momento hablaríamos de mi problema de actitud.

Salí tan tarde que el transporte público ya no operaba a esas horas. El estómago reclamaba mi compromiso con el trabajo pero mi irresponsabilidad hacia mí. Caminé buscando un sitio de taxis o algún lugar donde pudiera conseguir alimento, lo que sucediera primero. Encontré un bar y pensando que pudieran servir alimentos ocupé una de las mesas del fondo. Pedí la carta y encontré con agrado tacos y tortas dentro del menú.

Ordené unos tacos de bistec y pedí una cerveza mientras esperaba. La chica era agradable, sin embargo no tenía forma de estar seguro si su sonrisa era sincera o más bien parte de su trabajo. Debo haber estado demasiado cansado pues consideré preguntárselo. Me reí sólo y en la mesa de enfrente dos hombres me miraban con cara de pocos amigos. Pensando en las posibilidades de que algo más saliera mal procuré mirar en otra dirección, pero por algún motivo no quité la sonrisa. Eso pareció molestarles pues al voltear los descubrí con sus ojos fijos en mí, lo que me pareció absurdo o gracioso y mi sonrisa se hizo más pronunciada. Uno de ellos se puso de pie y se acercó a la mesa.

-¿Eres maricón? - cuestionó.
-No, no soy maricón. – respondí mirando directo. - ¿Y tú?

La botella se estrelló en mi cabeza, la cerveza corría por el cabello y cuello hasta mojar mi camisa. La silla en la que estaba sentado cayó al incorporarme y mientras sujetaba el brazo de mi agresor su compañero ya estaba de pie apartando la mesa para dejarse ir sobre mí a patadas.

La joven mesera y otras dos personas reaccionaron con prontitud quitándomelos de encima. Estaba aturdido con una mano en la cabeza buscando cristales incrustados en el cráneo. No entendí bien lo que sucedía pero pude ver que se llevaban a mis agresores. El primer hombre gritó “¡Para que sigas sonriendo pendejo!”. Minutos después descubrí que lo que corría por el cuello no sólo era cerveza sino también mi propia sangre.

El dueño del lugar me acompañó al baño y me auxilió para evaluar el daño y asearme un poco. En ese momento me pareció muy amable pero de regreso a casa pensé que toda esa amabilidad respondía al temor de que decidiera denunciar lo que representaría problemas serios para su negocio.

Caminé poco más de una hora, llegué a casa casi a las dos de la mañana. El dolor de los pies era peor que el del golpe que recibí en la cabeza. Llegué al portón del edificio, subí los tres pisos, entré y me recibieron los gatos con la misma efusividad que tenían en la mañana. Fui directo al baño para examinarme en el espejo, tenía el cabello pegajoso y en los dedos pude sentir la sangre seca. Con ambas palmas llevé agua a mi rostro primero, luego al cabello y el cuello. Tomé la toalla, me sequé y entré en la habitación.

No quise encender la luz. Caminé al otro lado de la cama, las cortinas estaban abiertas y la luz de Luna se proyectaba al interior.

-¿Cómo te fue? – le escuché decir muy bajito con voz adormilada. Me acerqué y la besé en la frente. Me senté a su lado mientras enredaba mis dedos en su cabello. Sus ojos se entreabrieron buscando mi rostro. Le sonreí, me devolvió la sonrisa y se acurrucó en mí. Su piel tibia contra mi cuerpo.

Mirando por la ventana, con su sonrisa en mi mente y ella abrazada a mí, descubrí que después de todo el saldo era favorable. Estoy en paz.

Tengo 3 proyectos personales que encuentro interesantes. Por otro lado, en cuanto a la escritura, me vienen ideas que pudieran ser breves historias o quizá ser parte de algo más grande, de un cuento o un relato mayor, de mi novela. ¿Forma sobre sustancia o sustancia sobre forma? Ya no sé. Uno de los proyectos me entusiasma de sobremanera, no sólo sería algo increíble para mí, siento que estaría consiguiendo una diferencia en mi entorno, sería como mejorar un poco lo que está en mi campo de acción inmediata, claro, siempre y cuando también le interese a los demás. El segundo es sobre mi país y lo que me molesta de el, partiendo de nuestra corta memoria colectiva, nuestra indiferencia y nuestra condescendencia en relación a la negligencia y abuso de las autoridades, sin importar la dimensión o la gravedad del suceso. El tercero…no recuerdo de que era el tercero, no importa.

Mientras los aterrizo publicaré algo en el blog. Pareciera que tengo dependencia al revisar los blogs de mis amigos e intentar mantener activo el mío. Que cagado, siempre me gustó leer pero nunca consideré escribir, no lo hice sino hasta que pasaron años de que dejé de dibujar, supongo que tarde o temprano por alguna vía tendría que salir lo que he reprimido por tanto años. Curioso que nunca pensé en la escritura sino hasta esa madrugada de 2 de Octubre en la que se cayó a pedazos el único amor platónico que he tenido, creo.

Bien, ¿sobre qué escribir? Pudiera ser sobre esa llamada en la madrugada, un intento de extorsión el fin de semana pasado. Dijeron que tenían secuestrada a mi madre, cabrones. Claro que en ese momento no sabía que era una extorsión, ¿cómo habrái de saberlo? Ahora puedo escribir sobre eso más tranquilo, al menos sin que me tiemblen las rodillas. Ya lo tengo en borrador pero en el camino me sentí desmotivado, se quedará ahí algunas semanas hasta que me decida a eliminar el borrador y desecharlo para siempre.

Podría escribir sobre los tropiezos que he tenido con algunas personas, pero sería darles más importancia de la que tienen. Mejor me concentro en los temas de los que he estado leyendo recientemente. “Estoy podrida” me dijo, “lo siento”. ¡Como si yo no cargara con problemas! La diferencia es que yo no los uso como pretexto para empezar con el pie izquierdo la siguiente relación, o mejor dicho, no empezarla. Cobarde. No tengo mucha energía para complicarme más de lo que ya estoy, o quizá sí, siempre tengo energía para eso.

¡Ah sí! El tercero es sobre un blog adicional con mis dibujos, puros dibujos. O podría incluirlos en este mismo blog, quizá sea una mejor idea. Que mal que se haya mojado mi libreta. Es increíble que no le haya sucedido gran cosa fuera de la primera hoja pegada a la portada, también es increíble que de las 24 horas que tiene un día el diluvio haya caído justo los 20 minutos que tuve que caminar de Insurgentes a mi casa. Podría escribir de eso, de cómo se me vino el cielo encima, con granizo que pudo abrir mi cabeza. Cuando lo platiqué con ella hasta yo lo encontré divertido: dios cagándose encima mío. Fue por una simple broma pero parece que dios no tiene sentido del humor, o el que no tiene sentido del humor soy yo y no entiendo. Dije que lo único que quedaba por salir mal era que se fuera la luz y se fue, y entonces soy iluminado porque puedo verlo cagándose de risa. Pero bueno sobre el nuevo blog para dibujos considero que si tuviera múltiples blogs seguramente terminaría descuidando alguno, o todos, o quizá no.

Terminé el libro de Sin tetas no hay paraíso y ahora no sé que leer. En la lista de espera hay 3 libros más sobre narcotráfico, pero me parece un exceso. Además de Los Capos, Perra Brava y El México narco tengo Tarántula, Arrebatos carnales o Palinuro de México. Éste último llama mucho mi atención, pero parece un libro extenso, quizá debería irme por uno ligero y así descartarlo pronto en lugar de quedarme con tantos en lista de espera. Creo que leeré Palinuro, o Tarántula, o los dos.

Hoy no tuve éxito evitando a los compañeros de trabajo a la hora de la comida, ¿o fue ayer? Han estado insistiendo las últimas tres semanas. Aprovecho la hora de comida para leer y dibujar, hubiera preferido compartir mis alimentos con un libro o la libreta, la que se mojó hoy. Me desagrada la gente, creo que es mutuo. No sé si yo los odiaba primero y después se dieron cuenta o si ellos me...no, debe haber sido lo primero.

No creo estar listo para nadie. No estoy listo para mí, ¿cómo podría estarlo para alguien más? Y ahora estoy divagando.

Carajo estoy escribiendo en voz alta…



No me hace falta más que un lápiz para ser dios. Y si dudan de mi poder no requiero más que una goma.



Sin Tetas No Hay Paraíso
por Gustavo Bolívar Moreno


My rating: 3.5 of 5 stars




La primera vez que escuché de "Sin tetas no hay paraíso" fue debido a una nota en el periódico pues, dentro de la doble moral que abunda en los medios de comunicación mexicanos, alguien decidió cambiar el nombre de la obra a "Sin senos no hay paraíso". Seguramente consideró que la palabra "tetas" era demasiado fuerte para la audiencia, no así el tema de la prostitución infantil, la explotación de menores, la trata de blancas, la cruda realidad que se vive en Colombia con el narcotráfico (y en muchos países más) y la descomposición social que tenemos hoy día.

Pasó algún tiempo desde esa nota y hace un par de semanas, buscando temas de actualidad en la librería (sobre narcotráfico para ser más concreto), encontré el libro de Gustavo Bolívar Moreno y fue entonces que me decidí a comprarlo interesado en conocer sobre el tema en el país hermano de Colombia.

El libro trata sobre Catalina, una niña de 13 o 14 años oriunda de Pereira, habitante de un barrio pobre y sin educación. El sueño de Catalina, al igual que el de sus amigas, es hacerse de un "traqueto" (narcotraficante) para que le cumpla sus caprichos y así acceder a ese glamoroso estilo de vida que ha visto en otras chicas. Pero en este mundo material entre ella y sus sueños se interponen sus tetas, o siendo más específico el tamaño de las mismas. Catalina hará lo necesario para conseguir su meta, aunque el precio pudiera ser demasiado alto.

La lectura es amena, Gustavo Bolívar lo narra con una familiaridad que hace la lectura ligera. No es un libro que derrame sangre pero no por eso deja de ser violento y cruel. Dentro de esa amena lectura el tema resulta desgarrador.

El autor aprovecha diversos puntos para poner en contexto al lector con apuntes precisos sobre situaciones relacionadas con el narcotráfico en Colombia, desde las detalladas descripciones de su estilo de vida hasta hechos que definieron la historia del pueblo colombiano como los asesinatos de candidatos presidenciales.

Aunque de primera impresión el libro pudiera parecer sutil al tratar un tema tan crudo, lleva detrás una enérgica denuncia a temas que son motivo de gran preocupación: el narcotráfico, la manera en que éste afecta a las generaciones, la explotación de menores, prostitución infantil y la pérdida de valores muestran un panorama gris en el horizonte colombiano, que en ese respecto no es tan distinto del mexicano.

Mi librería...



Comencé a envejecer el día que dejé de detenerme en el camino para recoger caracoles y así evitar que pudieran ser aplastados.



-Lo perdimos...

-¿No tiene pulso?

-Desde que llegué estaba muerto. Hablo del país.







La actitud y el accionar de algunas personas me hace pensar en un grupo de jugadores regalando partidos. No les importa destruir al equipo con tal de hundir al director técnico.

Así suele ser México.

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